La flota atunera española agrupada en OPAGAC propone la sostenibilidad ambiental en la pesca como el camino para la supervivencia de las flotas responsables de atún tropical. Solicitan una postura firme y de acciones definitivas de Europa ante las prácticas ilegales de otras flotas que faenan en los mismos caladeros.

En el V Congreso Nacional del Atún Julio Morón, director gerente de OPAGAC, afirmó: “Ni aportan esfuerzo alguno para asegurar la sostenibilidad ambiental, ni dudan en despreciar las mínimas condiciones de trabajo dignas de sus tripulaciones y convertir este ahorro de coste en un factor de competitividad es inadmisible en el mercado europeo”.

De hecho, según los últimos datos disponibles, las importaciones europeas de atún procedentes de flotas del sudeste asiático y China –que están exentas de aranceles– han pasado de representar el 5% en 2012 a más del 50% actualmente. En total, Europa importó más de 79.500 toneladas de atún procedente de estas flotas el año pasado para consumo interno. En opinión de OPAGAC, el agravio comparativo con la producción comunitaria, que cumple con todos los requisitos legales, es abismal. Según esta organización, la aplicación del Convenio 188 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ya en vigor, debe exigirse a todas las importaciones al mercado comunitario, para garantizar que los ciudadanos europeos no consumen pescado proveniente de barcos “con esclavos a bordo” o en los que no se respetan las condiciones sociales mínimas fijadas por la OIT.

La sostenibilidad ambiental de la pesca del atún

Según ha expresado la flota atunera española durante el congreso celebrado, una vez alcanzados unos niveles de sostenibilidad biológica del atún tropical muy aceptables, es el momento de afrontar la sostenibilidad social. Según ISSF, el 86% de las capturas mundiales de atún procede de poblaciones que se encuentran en niveles saludables.

Una buena forma de potenciar la sostenibilidad ambiental de la pesca es trabajar con productos del mar cuya pesca es legal, está regulada y reglamentada. Emplear los recursos de forma racional, y cubrir la demanda a través de una gestión responsable, que permita la continuidad de los ecosistemas marinos de manera indefinida.

En otras palabras, se trata de aplicar acciones de forma ética, responsable y con el menor impacto ambiental posible.