Hoy compartimos cinco recomendaciones sencillas que emplean en gestión ambiental las empresas sostenibles. Estos aspectos te resultarán útiles para incluirlos en un plan de sostenibilidad.
1. Definir una visión y misión sostenible a nivel medioambiental: tener una visión y misión clara que integre la sostenibilidad en el corazón del negocio. Esto ayudará a establecer un marco sólido para las operaciones y decisiones comerciales.
2. Promocionar prácticas de gestión ambiental: implementar prácticas de gestión ambiental en la empresa, como la reducción del consumo de energía y agua, la minimización de residuos y la adopción de tecnologías limpias. También hay que considerar la certificación en estándares de gestión ambiental como ISO 14001 y ISO 26000.
3. Cultivar la cultura de sostenibilidad desde dentro: Involucra a los empleados en la implementación de prácticas sostenibles y para fomentar una cultura de sostenibilidad en la empresa. Esto puede incluir programas de capacitación, incentivos para comportamientos sostenibles y la promoción de una mentalidad de economía circular.
4. Diseñar productos o servicios sostenibles: Diseñar y ofrecer productos o servicios que sean respetuosos con el medio ambiente y socialmente responsables. Considerar el ciclo de vida completo de los productos o servicios, desde la producción y el uso hasta la disposición final, y buscar formas de minimizar su impacto negativo en el medio ambiente y la sociedad.
5. Comunicar y promocionar prácticas sostenibles: Comunicar de manera transparente y auténtica las prácticas sostenibles a los clientes, empleados y otros interesados. Esto ayudará a construir una reputación sólida como empresa sostenible y a atraer a clientes y socios que compartan valores.
Implantar la gestión ambiental en empresas sostenibles
El cuidado del medio ambiente se convirtió en un factor competitivo para cualquier empresa, incluyendo a las pymes que deben plantearse políticas de prevención y reducción de residuos como una estrategia para bajar costes o generar nuevas líneas del negocio.
Hace treinta años, el economista Hopfenbeck Waldemar escribió que para su supervivencia, las organizaciones deben resguardar tres dimensiones: económica, ambiental y social.
La dimensión económica busca potenciar la rentabilidad, productividad, y capacidad competitiva. La parte ambiental abarca desde el ahorro de materias primas hasta la protección de los recursos naturales. El enfoque social contempla no solo la creación de empleo sino también las medidas de prevención laboral.
Desde ese momento, los consumidores y los trabajadores vienen ejerciendo, año a año, más presión sobre las compañías para que sus procesos sean más amigables con el medio ambiente. “La mejor prueba de esta demanda es que una conocida plataforma de compra- venta local incorporó un sector de productos sustentables. No fue una cuestión ética sino porque es un mercado en crecimiento”, explica Marcelo Corti, director ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable Geo de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
En 1987 la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo presentó una investigación conocida popularmente como el informe Brundtland. Su principal conclusión era que no existe crecimiento económico sostenido sin un ecosistema sustentable y un desarrollo social a largo plazo.
Creación de empresas verdes
Para lograr esos objetivos, es clave tomar medidas preventivas donde se conjuguen el factor económico, el bienestar de los empleados y se minimice el impacto medioambiental. La suma de estos elementos desembocan en la creación de una organización sostenible.
No debemos olvidarnos que la mayoría de las pymes argentinas tratan de sobrevivir. Se proponen hallar alternativas creadoras de ingresos y reducir sus gastos. Entonces, convertirse en empresa sostenible les provoca miedo, desconfianza e incluso la creencia de posibles aumentos de costes y pérdidas.
La fundación Ellen Macarthur considera que el modelo de “extraer, producir, y desperdiciar” está llegando al límite de su capacidad. Frente a este escenario, la economía circular sería una solución reutilizando los desechos al sistema productivo.
En España, la puesta en marcha de esa filosofía está en alza. El 60% de sus pymes emplean ya materias primas recicladas en su proceso de industrialización. El 71,3% reutilizan sobre todo papel y cartón. Por su parte, el 58% consumen materiales y productos con certificación y producción bajo criterios sostenibles.
Se estima que en los próximos años demandará personal altamente calificado. Estas proyecciones citan para 2030, la creación de 160.000 empleos nuevos para ese sector.
La gestión ambiental preventiva en empresas sostenibles
Una herramienta que contribuye a que las pymes consigan un mejor desempeño es la gestión ambiental preventiva. El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) define a la producción más limpia (P+L) como la aplicación continua de estrategias medioambientales preventivas e integrales. Estas se emplean tanto en los procesos como en los productos y servicios que se ofrecen al público.
Los objetivos son reducir el riesgo de las personas, aumentar la competitividad y garantizar su viabilidad económica de una empresa. El primer paso es identificar las etapas del proceso productivo donde se desperdician recursos y avanzar en mecanismos que permitan maximizar el empleo de materiales, agua y energía.
Buenas prácticas ambientales de las empresas sostenibles
La mejor forma de alcanzar estas metas es incentivar las buenas prácticas operativas. Esto se traduce en educar a los operarios en el empleo correcto de máquinas y recursos de manera de minimizar los accidentes de todo tipo.
Por ejemplo, la eficiencia energética que empieza al apagar el PC al final de la jornada laboral o el reciclaje. Al optimizarse un proceso, se demanda menos recursos en los procesos de fabricación de un producto o prestación de un servicio.
Aplicando la tecnología verde
La filosofía green IT o green computing (tecnologías verdes) se puede incluir dentro de las prácticas limpias. De acuerdo a esta óptica, las pymes se abocan a la recuperación sustentable de equipos informáticos desechados por las grandes organizaciones. Este proceso, conocido como refurbished, permite maximizar la optimización de los recursos informáticos y su viabilidad económica con el mínimo impacto en el ecosistema.
La producción global de basura electrónica está creciendo a un ritmo de 2 millones de toneladas anuales, en torno a un 3 o 4%, debido a las mayores tasas de consumo de aparatos y dispositivos, con ciclos de vida más cortos y opciones de reparación limitadas. Y se prevé que en 2030 la cifra alcance los 74 millones de toneladas, según la WEEE Forum, organización que reúne a los principales sistemas de responsabilidad ampliada del productor de aparatos y equipos electrónicos.
El refurbished además es una alternativa para facilitar la digitalización de pequeñas empresas, que pueden acceder a dispositivos de segunda mano con certificado de remanufacturación. Por ejemplo, las grandes empresas que venden dispositivos antiguos a sus colaboradores. Esto pasa mucho con las notebooks que cuentan con un año de garantía tras su depuración.
Cualquier monitoreo permite detectar, por ejemplo, si existen servidores subutilizados y, sin embargo, están conectados y consumiendo energía. Estos análisis ayudan, mientras “se educa” a los empleados en el buen uso energético.